viernes, 18 de julio de 2008
No era una casa, sino dos
De marxismo en red publicado en marxismo.org
¿Dos casas? ¿En quince días? ¿Cómo es posible? Esas eran las preguntas que nos hicimos los brigadistas cuando nos enteramos de que íbamos a reconstruir dos casas y no sólo una como estaba previsto.
Albañiles, arquitectos, gente que entiende de la materia nos decían antes de partir que era imposible construir una casa en ese plazo.
Los menos incrédulos nos imaginamos que la casa se entregaba a la familia en bruto, sin enfoscar, sin pintar, sin el sistema de electricidad. Pero estábamos equivocados, las llaves de la casa se le entregan a la familia para que pueda vivir de forma inmediata en ella y por tanto, se entrega con la fontanería terminada, con luz, pintada,… en perfectas condiciones de habitabilidad.
Meir Margalit, coordinador del ICAHD, lo explica: “La labor es difícil pero no se puede tardar más porque la inspección municipal israelí de Jerusalén puede demoler la casa en cuestión de horas si es descubierta. Al ser la construcción ilegal, la única posibilidad es que la familia habite la casa cuanto antes. Con la familia dentro podemos iniciar un litigio judicial y hacer que la casa esté en pie hasta diez años, a veces. Pero sin la familia dentro existe la posibilidad de que sea demolida de nuevo si descubren que la estamos reconstruyendo. Por eso hay que construirla tan rápido. Es una carrera contra reloj”
Cuando llegamos hace cuatro días a la obra nos encontramos la cimentación realizada y nos pusimos a levantar la estructura.
Contamos con la valiosa ayuda de cuatro profesionales palestinos que son los que dirigen el trabajo en todo momento.
Entre las dos casas hay unas 40 personas trabajando por turnos con mucha ilusión e ímpetu. Se trata de un grupo de varias nacionalidades diferentes: hay norteamericanos, ingleses, portugueses y nuestra brigada compuesta por madrileños, catalanes y andaluces.
El trabajo se desarrolla en un ambiente distendido, estamos rodeados de niños que no paran de gastarnos bromas y de echar un cable. Parece increíble que en un lugar donde existe una amenaza diaria para la vida el ambiente sea tan alegre y tan humano.
Nosotros trabajamos en una casa de unos 90 metros cuadrados, la llamamos la casa grande. La otra sólo tiene unos 50 metros cuadrados.
El mismo martes que llegamos, por la tarde, se levantaron los pilares. Cubo a cubo se rellenó de hormigón el enconfrao. El miércoles colocamos las bovedillas en el techo. El jueves por la mañana se puso la armadura y por la tarde, se bombeó el hormigón terminando el techo. Y también se empezaron los tabiques.
Hoy iniciamos nuestro cuarto día y ya empezamos a creer que es posible terminarla a tiempo. Es posible, tiene que ser posible, haremos que sea posible.
Javier García
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