Cómo ayudar a recomponer la izquierda alternativa
I
Los resultados electorales de Izquierda Unida (con ICV-EUiA y Ezker Batua) representan un durísimo golpe y el final de una etapa en el intento de construir una fuerza a la izquierda de la socialdemocracia. Se necesita un balance y un debate para volver a reorganizar las fuerzas políticas y sociales que desde puntos de vista distintos se oponen a la globalización capitalista y a las políticas social-liberales de la socialdemocracia en España y a nivel internacional. Porque, a pesar del fracaso electoral y la crisis interna, se necesita una fuerza política como Izquierda Unida. Un agrupamiento que reúna a las fuerzas políticas y sociales y a las personas que desde una perspectiva de izquierda alternativa, transformadora, anticapitalista, socialista revolucionaria, consideran que las clases trabajadoras del Estado español necesitan una representación política y unas políticas firmemente opuestas al neoliberalismo de la derecha pero también a las concesiones que los dirigentes socialistas hacen a los poderes económicos, políticos o eclesiásticos. Se necesita, necesitamos, de una fuerza política amplia, unitaria, democrática, movilizadora, que recoja las aspiraciones de las clases trabajadoras y que sea, al mismo tiempo, un instrumento de lucha y una herramienta para la construcción de alternativas.
El futuro no está escrito. Pueden seguir los enfrentamientos internos, los cambalaches entre equipos dirigentes, los choques entre personas y llevar a Izquierda Unida a un estallido o a un hundimiento aún mayor… o pueden sentarse las bases para reorganizar IU, para recomenzar de nuevo en la búsqueda de una relación sana y profunda con el movimiento de los trabajadores y trabajadoras, con los movimientos asociativos y sociales, con las exigencias democráticas, con todas las personas dispuestas a aportar su grano de arena en la tarea de levantar una alternativa que de solución a los problemas más acuciantes de la sociedad española. A ese esfuerzo nosotros nos apuntamos.
II
El fracaso electoral y la pérdida de peso político de IU tienen una causa inmediata en el bipartidismo con el que se pretende estabilizar la vida política en el país, en el reflejo de una mayoría de la población trabajadora que utiliza el voto útil para impedir la vuelta al poder de la derecha reaccionaria. Tiene una causa más lejana en
La primera, y la más importante, es que hemos vivido toda una etapa de más de diez años de bonanza económica que ha representado importantes cambios en la sociedad española. En 10 años la población española creció en 5 millones de habitantes. La población activa aumentó en 4 millones. El paro bajó de 3,1 millones a 1,3 millones. Es cierto que el principal beneficiario de esa bonanza ha sido la clase capitalista que ha acumulado grandes beneficios, ha concentrado aún más su poder y le ha permitido una cierta expansión internacional, mientras que los salarios descendían en el peso del Producto Interior Bruto, apenas se reducía la precariedad laboral y la clase trabajadora ha ido cambiando merced a la incorporación de inmigrantes (más de dos millones se dieron de alta en
Esta combinación de bonanza económica y cambios en la estructura de la clase trabajadora tiene su reflejo en la baja conflictividad laboral de los últimos años. Con la excepción de la huelga general contra la reforma laboral del PP en el 2002, el número de huelgas y los participantes en ellas se ha ido reduciendo en los últimos años. Mientras que en el año 2000 hubo 2 millones de huelguistas, bajaron a 1,2 en el 2001, la huelga general del 2002 lo volvió a elevar a 4,5, pero el 2003 sólo fueron 0,7 millones; 0,5 el 2004; 0,3 el 2005; 0,5 el 2006 y 0,4 el 2007. Es evidente que este marco de poca movilización trabajadora no ha sido el más adecuado para el avance de una fuerza política como IU.
IU tampoco fue capaz de recoger el impulso de las grandes manifestaciones contra la guerra de Irak, de la que fue una de sus principales animadoras. Mediante ese empuje se logró derrotar al PP en el 2004, pero fue el PSOE y su decisión de retirar las tropas españolas de Irak quien se benefició política y electoralmente.
Si esta situación objetiva no ha sido la más adecuada para el desarrollo de IU, sólo le han faltado los continuos enfrentamientos internos para desanimar a una parte de sus afiliados y más aún de sus votantes. Sobre todo porque tales enfrentamientos siempre han tenido más que ver con disputas entre las distintas fracciones del PCE que un verdadero debate sobre programas y propuestas alternativas.
Finalmente, Izquierda Unida no ha aparecido como una herramienta para el impulso de la movilización para lograr objetivos y reivindicaciones políticas o sociales, incluso aunque fueran pequeñas o limitadas, y su actividad ha estado más concentrada en la gestión de la actividad parlamentaria o municipal a las que la organización ha estado supeditada.
El conjunto de estos elementos explican la debilidad y la crisis de IU, su dificultad para encabezar propuestas, en la calle y en las instituciones, y sobre todo para construir redes y organizaciones ligadas a las necesidades de la población trabajadora, que sean el reflejo de su implantación y de la relación estrecha con los movimientos.
III
Algunas interpretaciones señalan que la razón del fracaso electoral de Izquierda Unida está en que ha sido una “sombra del PSOE”, que IU no ha logrado aparecer como fuerza independiente y que por esa razón la gente ha preferido votar al original (PSOE) antes que a la copia (IU). Es justa la idea de que IU debería y debe mostrarse más como fuerza independiente, pero sobre todo a través de sus propuestas, iniciativas y participación en los movimientos sociales, pero eso no significa que la independencia deba mostrarse particularmente en votar distinto del PSOE en la actividad parlamentaria o enfrentada al PSOE en la sociedad.
En Izquierda Unida ya vivimos la etapa de la “dos orillas” en la que Anguita pretendía que sólo había una izquierda, la representada por IU, y que el PP y el PSOE eran dos caras de la misma moneda. Inevitablemente esa política aparecía ante los ojos de la población como una “pinza” entre IU y el PP. Podía y debía hacerse una enérgica política contra el gobierno González en la etapa sacudida por la corrupción y el GAL… separándose y delimitándose en todo momento del PP. Como no se hizo así hubo que pagar cara esa política. Cayó el gobierno González e IU avanzó en votos y diputados pero a costa de la victoria del PP (1996). La continuación de esa política produjo un fracaso mayor que el actual. En las elecciones del 2000, con el tándem Almunia-Frutos, Izquierda Unida perdió 1.400.000 votos y pasó de 21 diputados a 8.
Lo que cuesta reconocer es que en una etapa como la actual en la que no hay grandes movimientos de masas y en el que un cambio de políticas y de gobierno pasa necesariamente a través de las urnas, la opción mayoritaria entre la población para oponerse a la derecha y evitar su victoria está representada por la socialdemocracia. Mientras eso sea así, y sólo podrá cambiarse con grandes y amplios movimiento de masas, una fuerza a la izquierda de la socialdemocracia estará determinada por esa relación de fuerzas. Cuando esté en juego elegir entre derecha e izquierda, el bipartidismo y el voto útil presionarán contra IU. Cuando la victoria de la izquierda parezca asegurada y la gente pueda optar más libremente, lo más probable será una recuperación del voto hacia una izquierda alternativa. Los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía lo vuelven a confirmar. La victoria del PSOE estaba asegurada y un sector de los votantes de izquierda mantuvo su voto a IU, mientras que en el mismo momento votaban al PSOE para el Parlamento español, para impedir la posibilidad de que ganara el PP.
La única manera de cambiar esa situación es que el trabajo de IU y la política de IU, manteniendo su perfil e independencia, se base en recoger las reivindicaciones más sentidas de las clases trabajadoras y la juventud, defender, definir sus propias propuestas, y reunir gente y movilizarla para presionar al PSOE.
Una política de frente único que consiste en:
A/ exigir al gobierno las mejoras obreras y democráticas, incluso cuando eso signifique enfrentarse e los poderosos
B/ hacerlo mediante la movilización unitaria
C/ evitar que la derecha vuelva al poder
D/ construyendo en ese proceso unas sanas relaciones entre el movimiento asociativo en su sentido amplio y la representación política de IU
Esta es nuestra propuesta frente a los intentos de volver a la política de las “dos orillas” o de las explicaciones simples de que todo se resolvería “enfrentándose” al PSOE.
IV
Porque si bien el fracaso político y electoral de IU ha sido profundo la tendencia negativa viene de lejos y su evolución tiene una relación directa con los problemas mencionados: elección entre derecha e izquierda y relación entre IU y PSOE.
Después del descalabro del PCE en las elecciones de 1982, con mayoría absoluta de González, IU se presenta por primera vez en 1986 y reúne 935.504 votos (el 4,63%) y 7 diputados. (Atención con la misma Ley Electoral en estas elecciones se ha tenido más votos pero solo 2 diputados). En las elecciones de 1989, hay que recordar que en ese momento la derecha no era un peligro y que la victoria del PSOE estaba asegurada, IU duplica sus votos y llega a 1.858.588 (9,07%) y pasa a tener 17 diputados. Además del buen trabajo que en ese momento se pudo hacer, los datos confirman la tendencia de que cuando la izquierda (aunque sea muy moderada) tiene asegurada la victoria, un sector importante de la población vota a su izquierda para presionar al gobierno.
Las elecciones de 1993 se celebran en un ambiente bien enrarecido. El gobierno González está en una profunda crisis por la corrupción generalizada y la utilización del terrorismo de Estado de los GAL. Izquierda Unida reúne 2.253.722 votos y 18 diputados. Hartos de la política del gobierno González más de 400.000 personas deciden apostar por un cambio más a la izquierda. En las elecciones de 1996, primera victoria del PP, Izquierda Unida obtiene los mejores resultados 2.639.774 votos y 21 diputados. Es la época del intento de sorpasso (superar) del PSOE y de la política de las dos orillas (la única izquierda es IU y el PSOE es la otra cara de la moneda del PP). Esa política podía tener una cierta consideración cuando el PP está en la oposición y la crisis del PSOE es profunda, pero cuando cambian las tornas el impulso de esa política se agota. Además en el período que va entre 1996 y las siguientes elecciones, el grupo parlamentario de IU se rompe y el sector más prosocialista (Almeida y López Garrido) es expulsado. Es el comienzo de otra profunda caída.
En las elecciones del 2000, se firma un acuerdo entre el PSOE e IU (Almunia y Frutos) para intentar salvarse del desastre que representó la mayoría absoluta de Aznar. Se pierden casi un millón cuatrocientos mil votos y de 21 se pasa a 8 diputados. Los que atacan el balance de IU sobre la supeditación al PSOE son los mismos que aceptaron ese acuerdo electoral con Almunia. El resto ya es bien conocido.
Izquierda Unida surgió en 1986 como reacción a la política del gobierno de Felipe González de atacar los derechos y conquistas de los trabajadores. Nació bajo el impulso del referéndum sobre
No hay salidas rápidas ni atajos que valgan. De nuevo hay que recomenzar desde abajo, tanto en la acumulación de fuerzas como en las reivindicaciones. La necesidad y validez de una experiencia como la de Izquierda Unida, incluso con todos sus errores y debilidades, se basa en el análisis de esta etapa de globalización capitalista. En la medida que no hay condiciones para un asalto revolucionario al poder capitalista se necesitan agrupamientos amplios que agrupen a la mayoría de las fuerzas a la izquierda de los socialistas y sus políticas social-liberales. Un agrupamiento abierto, democrático, movilizador, que se base en los objetivos que permitan el máximo de acuerdos, que recoja el sentir y las reivindicaciones de los movimientos sociales, obreros y democráticos.
La confirmación de la necesidad de tales agrupamientos se puede comprobar a través de las diversas experiencias en otros países. Die Linke en Alemania, Respect en Inglaterra, Refundazione Comunista en Italia, el Bloco d’Esquerdas en Portugal… Con las características y particularidades de cada país esos agrupamientos representan la confluencia de diversas fuerzas políticas, desde socialdemócratas de izquierda, antiguos estalinistas y organizaciones revolucionarias, opuestas a la globalización y con propuestas a la izquierda de los socialistas.
Die Linke es un agrupamiento entre gentes que rompieron por la izquierda con el Partido Socialdemócrata, de la gente que procede del Partido Comunista de Alemania del Este y de otras fuerzas más minoritarias. Su programa podría definirse como el de una socialdemocracia de izquierdas y ya está presente en el Parlamento de 6 estados de la antigua Alemania del Este y en 4 del Oeste. En Italia y Portugal la presencia parlamentaria y municipal permite que Refundazione y el Bloco puedan presentarse con propuestas alternativas y ser un referente para las luchas del movimiento obrero, movimientos contra la globalización, pacifistas, etc. Lamentablemente la escisión de Respect en Inglaterra le ha dejado sin representación parlamentaria.
El programa de estos agrupamientos no es socialista ni revolucionario, sino de reformas progresistas, de defensa de los derechos y conquistas, de representación de los movimientos. Pero la participación en ellos, trabajar para su construcción y para que sean la representación de las luchas obreras y populares es la base para proyectos futuros de alternativas políticas socialistas y revolucionarias.
VI
Son unas propuestas democráticas, de respuesta a las principales reivindicaciones de la gente joven y trabajadora. Pero como las propuestas en sí mismo no resuelven los problemas, la cuestión es cómo IU moviliza, propone, organiza acciones en torno a tales reivindicaciones, cómo hace de ellas el eje de su actividad en el Parlamento, el municipio, la calle, cómo presiona al gobierno del PSOE para conquistar esas reivindicaciones. La crisis económica que ha empezado planteará nuevos, y probablemente serios, problemas y la ocasión para responder con medidas enérgicas desde el punto de vista de los intereses de la gente trabajadora, que exijan que la crisis la paguen los más ricos, quienes durante los últimos años se llenaron los bolsillos.
VII
VIII
Para avanzar en ese camino estamos comprometidos con Izquierda Unida, para hacerla más útil, más abierta y especialmente más comprometida con la movilización.
Con otras gentes formamos parte de la corriente Redes (que en Catalunya ha adoptado el nombre de Bastida) Queremos ser un referente unitario y movilizador, y aportar nuestras propuestas, nuestra experiencia y el trabajo desarrollado durante estos años para que de la crisis actual puedan surgir las bases y los elementos positivos y necesarios para que la gente opuesta a la globalización y a las políticas neoliberales encuentre el marco organizativo y de representación política para un giro a la izquierda en las políticas sociales, económicas y democráticas.
1 comentario:
Miguel, un artículo EXCELENTE. Merece una difusión máxima.
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