domingo, 30 de diciembre de 2007

Ante el asesinato de Benazir Bhutto

Celebración de elecciones democráticas que pongan fin a la dictadura militar

El asesinato de Benazir Bhutto es un nuevo salto en el enfrentamiento político, la violencia y la desestabilización que sufre Pakistán.

El país está gobernado por una dictadura militar desde 1999 y el mismo Musharraf dio un autogolpe el pasado 3 de noviembre para poder seguir en el poder. Otra vez se impuso el toque de queda y se prohibieron los más elementales derechos democráticos, persiguiendo a las organizaciones populares, entre ellas al Partido Laborista de Pakistán (LPP). Pero la debilidad de la dictadura y la presión de las masas movilizadas, especialmente la juventud y sectores profesionales, abogados, periodistas, etc. le obligaron a convocar elecciones para el próximo 8 de enero.

Todavía no está muy claro quien es el principal responsable del cruel asesinato de Benazir Bhutto. Unos dicen que Al-Qaeda y sus seguidores, otros afirman que los poderosos servicios secretos pakistaníes. De hecho, la llegada de Bhutto al país el pasado mes de octubre ya significó un baño de sangre por otro bárbaro atentado, que dejó más de cien muertos. Sea quien sea el responsable, parece claro que el objetivo es impedir la celebración de las elecciones y la muy probable victoria del partido de Benazir Bhutto.

Benazir Bhutto era la representante de una familia que ha dirigido tradicionalmente el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), nacido al calor de las movilizaciones populares de finales de los años 60. Su padre, primer ministro en los años 70, fue depuesto por un golpe militar y posteriormente ahorcado. Dos de sus hermanos también fueron asesinados y Benazir, que también fue primera ministra hasta que fue depuesta acusada de corrupción, había vuelto al país tras un acuerdo con Musharraf y el imperialismo americano para presentarse como opción alternativa a la dictadura en crisis.

Porque si el asesinato de Benazir es un golpe a los esfuerzos para democratizar el país, lo es también a los planes del imperialismo americano que desde los años 80 del pasado siglo dio a Pakistán un papel central como potencia regional. En primer lugar, en la lucha contra la invasión soviética de Afganistán, armando y animando a los fundamentalistas islámicos para enfrentarse al ejército soviético. Esa ayuda reforzó a los fundamentalistas islámicos, llevó a los talibanes al poder en Afganistán y a que determinadas zonas de Pakistán cayeran también bajo su control.

La invasión de Irak volvió a reforzar el papel de Pakistán dentro de los planes imperialistas, como un peón para controlar la zona y como un tapón ante India y también China. Pero todo eso debilitó a la clase dirigente del país y especialmente a la dictadura militar, que fue perdiendo legitimidad.

Cada vez con mayor frecuencia las masas se fueron oponiendo a la dependencia imperialista de sus gobernantes, que además significaba una pérdida de derechos, libertades y condiciones de vida. Cada día con más fuerza empezaron a exigir las libertades, mejorar sus condiciones de vida y romper con la estrecha alianza con los imperialistas en las guerras de Irak y Afganistán. Ahí están las claves de la crisis en el país... y también de su resolución.

Quizás la grave crisis de Pakistán pueda encontrar una vía de solución si la rabia y la protesta por este vil asesinato encuentra en la movilización de las masas la fuerza suficiente para acabar con la dictadura e imponer que unas elecciones libres, democráticas y con garantías den la palabra al pueblo para que decida su destino.

Cuando el pasado mes de noviembre Musharraf dio un autogolpe de estado, participamos solidariamente en los actos organizados por la inmigración paquistaní en nuestro país. Volvemos a repetir nuestro llamamiento para que la izquierda y los demócratas participemos activa y solidariamente en los actos de protesta de los compañeros y compañeras paquistaníes que trabajan y residen entre nosotros. La democracia en Pakistán es también nuestra causa.

Partido Obrero Revolucionario (POR) – Cuarta Internacional

29 de diciembre 2007

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