miércoles, 26 de marzo de 2008

IU está “grogui”

IU está “grogui” tras recibir, inmerecidamente, un castigo severísimo en las elecciones del pasado 9-M. La propia Permanente Federal reconoce en su resolución (votada a favor por REDES) la dificultad en las que nos colocan estos resultados.

Profundizando en la necesidad de buscar una respuesta colectiva, se celebró el pasado 12 de marzo una reunión de quienes formamos parte de la plural mayoría federal. La reunión, que contó con gentes de prácticamente todos los territorios y sensibilidades, huyó de la simplificación y se planteó seriamente cómo encarrilar el debate del necesario relanzamiento del proyecto, lo cual forzosamente será el centro de la próxima asamblea federal.

De todas formas, algunos empiezan ya a deslizar explicaciones fáciles sobre las causas de la paliza recibida. Tales balances lejos de ayudar a nuestro boxeador, más bien tienden a incrementar su estado comatoso, a dejarlo permanentemente en la lona.

Porque las razones de este duro castigo son múltiples, muy profundas y combinan realidades objetivas y subjetivas que no se arreglan con tres frases bien construidas.

Frente a esas conclusiones rápidas, he escrito el siguiente argumentario que espero sea de utilidad, por lo menos para ordenar un poco las ideas.

¿Debe irse Gaspar Llamazares?

Llamazares ya ha anunciado que no se presenta a la reelección como coordinador general, por lo tanto, no está en liza.

Por otro lado, en Madrid ya hemos comprobado como un cambio de cabeza tampoco representa la solución. El PSM se deshizo de Simancas tras el fracaso de las últimas autonómicas y pese a ello, pierde ahora 100 mil votos y un diputado respecto a las generales de 2004. Ciertamente, recupera mucho en relación a las autonómicas, pero no por su nuevo secretario general, que no se presentaba en la generales, sino por el “efecto”· Zapatero, que sí encabezaba la lista al Congreso por la capital. A pesar de este “efecto”, el PP, y ese sí es el gran problema de fondo, sigue sumando 10 puntos más en Madrid que toda la izquierda junta.

¿Es útil la dimisión de Llamazares como parlamentario?

No. Ahora entramos en un proceso de configuración de grupos, de negociación de reglamentos y de futuros funcionamientos en la legislatura. Añadir a unos resultados que nos dejan sin grupo el hecho de quedarnos sin interlocutor sólo ayudaría a agudizar los problemas. De un lado, los de la voz propia: hay que trabajar para no quedar inmersos en el marasmo del grupo mixto con Rosa Díez; tenemos casi un millón de votos que merecen más voz y más apoyo. Del otro, los económicos: no arreglar bien este asunto, dejaría aún más asfixiada a la organización de lo que ya ha quedado tras los resultados electorales.

¿La falta de perfil y la proximidad al PSOE?

Sin duda, IU debe buscar más y mejor perfil, pero debemos analizar qué se quiere decir con ello. Quienes han señalado que nuestro problema es que somos “la fotocopia en pequeño del PSOE” deberían responder a lo siguiente:

¿Cómo es posible que la abstención no crezca? Un espacio grande y virgen, situado a la izquierda del PSOE y a la espera de un giro de IU debería tomar alguna forma precisa, llámese ésta abstención, voto en blanco o crecimiento de la extrema izquierda. Salvo en Euskadi, la abstención no ha sido notable como tampoco el voto en blanco o el voto a la extrema izquierda. De ello se deduce que hoy en día tal espacio simplemente no existe.

Mas allá de la opinión de cada uno, la gente, los votantes no han criticado en la calle, ni esgrimido como razón de su “NO voto a IU” el que ésta hubiera apoyado los presupuestos del Estado, la Ley de Educación o el envío de tropas al Líbano como tampoco la defensa de ministerios para IU o la alianza con ANV en Mondragón. Más bien al contrario, la gente ha identificado nuestra labor parlamentaria como algo positivo que ha reforzado el sesgo de cambio de izquierda que se quería dar a la legislatura, situación muy distinta a lo ocurrido en las últimas épocas de Anguita.

¿Pero era el programa una fotocopia?

Tampoco lo era y para muestra un botón: ley de 35h, 1000€ de salario mínimo, ley de plazos, apoyo al referéndum vasco y rechazo a la ley de partidos, impuestos especiales para los más ricos… No siempre un buen programa o un buen discurso, incluso un buen candidato, constituyen la clave.

La gente ha votado básicamente contra la derecha (el PP o contra la vuelta de CIU a la Generalitat) y no por sus derechos. Esa segunda pelea se aplaza, se pospone en favor de la primera y deberá vivirse y asumirse a partir de ahora y a lo largo de la legislatura.

¿Somos subsidiarios del PSOE?

Objetivamente, la desproporción de fuerzas pasadas y presentes transforma nuestra actividad institucional en “apoyo o complemento”, incluso cuando se lleva la iniciativa de las propuestas (ley de memoria, matrimonio del mismo sexo...). Fijémonos cómo en Madrid, salvo en dos municipios, nuestra participación en los gobiernos locales es siempre como minoría, como segunda fuerza.

Sin embargo, otra cosa muy distinta es la subsidariedad en la calle. IU podría tomar muchas iniciativas de acción y lucha que le permitieran avanzar más en este campo, siendo mucho menos dependiente de lo que es. Pero quienes hablan de subsidariedad, salvo rarísimas excepciones, nunca hablan de la de este tipo porque reforzar IU abriéndola a la calle no representa su línea de trabajo.

¿Son las alianzas algo errático en nuestra política actual?

Quienes señalan eso lo hacen habitualmente refiriéndose a nuestra actitud complaciente con todo aquello que, en esta legislatura, suponía un intento de superar el consenso constitucional del 77, ya sean las reformas estatutarias en Catalunya, nuestro apoyo al referéndum del Lendakari o la Ley de Memoria. En unos casos se ataca lo hecho por “ceder al chantaje nacionalista” y en otros por la excesiva “moderación”. Tales críticas no obedecen a la defensa de “más izquierda”, sino algo situado en lo que entendemos por “orden” o cuestión de “Estado”. En el caso de la Memoria, esa línea de crítica se ha concretado en más vale quedarse sin convenio que tener uno malo.

No hay que negar que tenemos problemas de consecuencia entre nuestra acción parlamentaria y nuestro discurso. Pero tales problemas, cuya resolución representa toda una pelea, no encontraran su vía de superación con “más política de Estado” o dando la espalda a pasos posibles, tímidos y contradictorios en el orden parlamentario legal, sino buscando más claramente la presión y vinculación con la calle, siendo su voz más activa y organizadora.

¿Es el bipartidismo un problema?

Lo es y muy serio. En los últimos 12 años, las dos grandes fuerzas han pasado de 300 diputados a 323. Para “el resto de España” sólo hay 27 sillas en la Cámara, donde se apretujan desde el PNV y CIU hasta Nafarroa Bai, ERC o nosotros. Esta tendencia objetiva está empujada por el gran capital que no quiere otra legislatura en la que se pongan sobre la mesa temas como la Memoria histórica, los estatutos de autonomía, las negociaciones con ETA..., sino “pactos de Estado y grandes consensos”. Esa tendencia de la gran burguesía se une a la de los medios de comunicación (que también son capital y fuente de negocio) y al interés de las dos grandes fuerzas en liza. Todo ello constituye una presión brutal a favor del “voto útil”.

¿Pero, es útil el “voto útil”?

Depende que cómo se mire. Durante la campaña electoral, IU ha explicado muy bien cómo el “voto útil” no lo era para reforzar políticas de izquierda. Pero, visto lo visto, no estaba ahí el centro del debate. El centro estaba en cerrar la puerta al PP y los ciudadanos han considerado que con su voto no podían lograr dos cosas a la vez: gobierno de izquierda y políticas de izquierda. Ante la disyuntiva, se ha optado por salvar una de ellas, la principal, es decir, el gobierno.

El PSOE crece exponencialmente en las zonas históricamente más politizadas del Estado (Catalunya, País Vasco) y entre el nuevo voto joven. Además, chupa de nuestro voto mucho más de lo considerado habitual. El resultado es la constatación, también para ellos, de su fracaso en el “giro al centro”: mientras el PSOE sólo gana 38 mil votos, el PP gana 400 mil.

¿Esta agotado el proyecto de IU?

Hay un sector que responde a esa pregunta diciendo que debemos ir pensando en cerrar el quiosco. Sin embargo, los más de 900 mil votos de los “inasequibles al desaliento” que hemos cosechado demuestran que IU tiene futuro. La red de concejales y de diputados autonómicos también prueban que somos una fuerza real. Dicho esto, nada ni nadie pueden negar que existe un claro agotamiento de la actual IU.

Tenemos el voto menos fiel de todas las fuerzas del Estado y este aspecto tiene que ver con que, a diferencia de los tiempos de la fundación de IU, necesitamos una nueva base que, como aquella, aguante los embates de la situación y vea útil, por encima de todo, apostar por la transformación.

En 1986, IU reunió en su fundación el NO a la OTAN, la primera huelga general contra Felipe González y el cansancio de una cierta política del PCE y de sectores de la extrema izquierda. La conclusión de lo anterior fue la aparición de un sector que no quería articularse con el felipismo. Hoy todo ello está agotado. Contamos con una organización pequeña, masculina, blanca y de 50 años de media de edad.

La participación de IU en el ciclo de movilizaciones 2000-2004, a efectos prácticos, ha permitido preservar cierta presencia parlamentaria, pero la poca gente ganada en este periodo, lejos de ayudar a abrir la organización, han sido usada como “soldados” para alimentar la “guerra interna”. También ahora, todo ello toca a su fin.

Es el momento de abrir a IU, de volcarla a la sociedad, de buscar la complicidad del tejido social, no “usándolo” porque entre otras cosas, es muy débil y se fía poco de la “política”. Tampoco vale darle un plan acabado, sino construirlo con paciencia, trayéndolo hacia la política, saltado sobre cada ocasión que se nos brinde, sobre cada lucha, reivindicación o movilización. Pero sobre todo hay que apostar por cambiar una organización áspera sobre la base de acercarnos a jóvenes, inmigrantes, mujeres y trabajadores. Eso no representa la tarea ni de una corriente ni de varias, sino de todo aquello que hoy se encuentra en IU, pero también, y básicamente, de aquello que aún no está. La asamblea debe ayudarnos a conseguirlo

¿Mayoría con BNG+IU+NB?

La suma de los tres formaciones más el PSOE dan la cifra mágica de los 176 diputados, pero con eso no basta. Valdrá para ganar ciertas leyes y nosotros deberíamos ser partidarios de que esa mayoría se usara cuantas más veces mejor. Sin embargo, por sí sola arregla poco si no la completamos, mejor dicho la agrandamos, con la movilización social, con la calle. El resultado de las elecciones demuestra que el PP lo ha hecho casi todo bien. Estos 4 años han sido empleados por la derecha para movilizar a lo más cavernícola de la sociedad española, aquello que hacía lustros que no salía a la palestra. Se ha demostrado que los votos en el Parlamento no han valido para liquidar esa fuerza que empantanó, junto con las dudas del PSOE, una buena parte de lo que puedo haber sido y no fue durante esta legislatura. Ahora, el voto ha parado al PP, pero refuerza en la práctica la línea de pactos de Estado, de grandes consensos y una salida gestión conjunta de la desaceleración y/o crisis de la mano de CIU.

IU va a ser más necesaria que nunca, en el parlamento, pero sobre todo en la calle, organizando, movilizando, uniendo e incorporando valientemente a todo aquello que necesita profundizar políticas de tranformación, de auténtico giro hacia la izquierda.

Carlos Girbau.

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