lunes, 9 de febrero de 2009

Arena coloreada

Segundo CPF. Era Cayo. Sábado 7 febrero. Cita de Marx, Karl. Breve, previsora y ajustada. Un canto ferviente a la movilización, con el éxito en Sevilla, y el buen resultado de la pro-palestina en Cataluña. Ahora a por Madrid, Cayo (dixit). El informe. Colegiado, del nuevo coordinador federal, Cayo Lara, se adoptó sin ningún voto en contra.

La estrella del Consejo era (debía ser) el plan para la refundación, pero le ganó la mano las elecciones europeas y el flamante candidato de la ejecutiva, que no estaba para demoras. Cosas de IU (de la vieja, no de la a refundar).

Me regocijó y llenó de entusiasmo el artiluguillo de arena de colores. Era un trireloj compacto con tres habitáculos de arena fijos. Verde claro, Rosado peleón y Azul añil. El responsable de Organización lo blandió para explicar que cada relojito era para tiempos diferentes en las intervenciones. Tres, cinco y tal vez diez minutos. El reloj, más bien los relojes, iniciaron su función. Ahora bien, las personas oradoras no les hicieron caso a los infelices y delicados granos de colores. Además a las primeras intervenciones los relojes se trocaron en ingobernable fiasco. Al estar los tres fijos y juntos, al darles la vuelta sin corresponder los tiempos oratorios a la bajada de la arena siquiera a alguno de los tres, seguían su fino y granulado descenso sin poderse acompasar al inicio de una nueva intervención, no se dejaban poner a cero. Entonces había que volver al manido reloj de pulsera. Deseé que no fuera un símbolo de la nueva andadura.

En las elecciones europeas la clave era de doble diente. El programa se consideraba cosa hecha, había lo aprobado por la 9ª Asamblea federal de Rivas, el programa del Grupo parlamentario europeo (GUE). El asunto primordial era disponer del candidato y la ejecutiva proponía uno. Lo segundo las coaliciones o no, y sus condiciones. La coalición con ICV, en estrecha sintonía de IU con EUiA, con un algoritmo de acuerdos catalano-españoles digeribles por todas las partes, la necesidad de un sistema para co-acordar el futuro grupo europeo al que ir conjuntamente, y la exploración con ERC u otras formaciones.

Patética fue la defensa de que no hubiera primarias para elegir al candidato. La argumentación era de que ahora no convenían, podían debilitar e interiorizar el debate, y pasar a ser carne de prensa. Estupefacción generó la impugnación oral de que hubiera un candidato oficial antes de abrir el debate, y la propuesta de que en breve algunas personas del Consejo presentarían otra candidatura. El lancero que rasgó las filas colegiadas, Alberto Arregui, no cedió de momento a las peticiones reiteradas, directas y nominales del mismo Cayo, y mantuvo el desafío.

Voté la propuesta colegiada. Pues comparto el planteamiento y criterios para la coalición electoral. Pero me generó desazón este encontronazo sobre la persona candidata. A toro pasado, es patente que fue un error de la ejecutiva colegiada (en la que soy invitado permanente) presentar un candidato nominal al Consejo. No se había debatido cual era el perfil más adecuado para abanderar en estas elecciones europeas un proceso de refundación, tampoco que quizás al ser el diputado y el senador hombres, sería una señal motivadora que para la persona eurodiputada fuera una mujer, incluso de una edad que por empatía pudiera conectar con una franja de votantes también jóvenes.

Vamos a ver cómo queda en la presidencia en quince días. Si hay o no hay más candidaturas, si ratificamos al candidato oficial actual o vamos a las primarias. Y qué tipo de coalición concretamos.

Estas elecciones europeas son importantes para que IU remonte sobre las nuevas bases del proceso de refundación.

Francesc MS

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