Grito a favor de una tierra que sangra por las heridas que provocan en sus perfiles, biodiversidad y gentes la codicia de las madereras y el agroindustria. Soja transgénica, canya, papel, biocombustibles o tráfico ilegal de productos y personas son los nombres de las plagas que sufren especialmente los indígenas, pero también los millones de pobres que viven en estas ciudades arrancadas a dentelladas a una selva que lo era todo.
La voz de los sin voz del Brasil amazónico y de las amazonas boliviana, colombiana, ecuatoriana, peruana, venezolana, de Surinam, de Guayana y de Guayana francesa ha llenado los espacios de las universidades de Belem. El grito del Amazonas ha venido para quedarse y mezclarse aquí con las voces de cambio de otras partes del mundo.Modelos energéticos distintos, soberanía y seguridad alimentaria, trabajo esclavo, integración regional y soberanía nacional y popular han sido las palabras clave de hoy y de estos días. Palabras y acción contra la ley que se dicta por las grandes companyias desde sus sedes en otras selvas, las de asfalto.
Carlos Girbau
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